lunes, 22 de octubre de 2012

Pequeños detalles que marcan la diferencia.

6:57 de la mañana. Cuatro minutos para que salga mi bus, si cojo la bici llegaré demasiado tarde. Corre!
No hubo desayuno. Ni tiempo para peinarme, ni para apenas nada. Salí corriendo de casa para poder coger el bus. Esa fue mi mañana. Eso es lo que pasa si te quedas dormida en Suecia.
8:11 de la mañana. Me acabo de bajar del segundo bus. Debería correr. Corro. El bus 627 acaba de parar. Corre Alba, corre! De repente la música se para y los cascos cuelgan, es todo demasiado rápido, miro detrás y me doy cuenta de que mi móvil se ha caído, y no en cualquier sitio, en el lodo, en un maldito charco de barro, como si no hubiese suficiente prado, como para caerse justo ahí. Veo que un chico se agacha y lo coge, se pringa las manos, me lo da, y de repente, los dos hemos perdido el bus, nos hemos quedado en tierra y por si fuera poco, tenemos las manos llenas de barro. Creo que le repetí unas cuatro veces lo agradecida que estaba y le pedí perdón otras tantas por haberle hecho perder el bus. El también iba a Tibble, el también entraba a las 8:20, tenía tanta prisa como yo. Pero dejó de correr para ayudarme. Ese es uno de los pequeños detalles que marcan la diferencia.
3:12 de la tarde. En el hemkop, Samuel y yo estamos comprando los ingredientes para el kake y ya cuando estamos en la caja, así sin más, se me acerca una señora que nos ha oído hablar español y me dice que lo que voy a comprar es nata y no leche, por si me había equivocado ya que los botes son muy parecidos. No me había equivocado, sabía que aquello era nata, pero me sentí infinitamente agradecida a la señora por preocuparse por unos desconocidos.
Amo Suecia amigos.

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